viernes, 18 de julio de 2025

ANA PAULA MAIA: BÚFALOS SALVAJES Y TODO LO DEMÁS


Desde que leí Carbón animal, quedé sorprendida por la prosa de esta autora. Seca, violenta pero conmovedora de un modo sofisticado: sin golpes bajos ni palabras de sobra.

Eterna Cadencia ha publicado todas las novelas que siguen a esta con impecables traducciones: De ganados y de hombres, Así en la tierra como debajo de la tierra, Entierre a sus muertos, De cada quinientos un alma, y Búfalos salvajes. En cada una nos va relatando partes de ese universo de muerte y pobreza con Edgar Wilson cruzándose con otros personajes tan ricos y endurecidos como él. Edgar trabaja con la muerte, desde un crematorio hasta mataderos de animales, pero es capaz de ver la vida con una lealtad inquebrantable.


Su mundo y el de sus compañeros de aventuras transcurren en sitios marginales: mataderos, crematorios, que limpian después del horror. Es un realismo atravesado por el que por momentos se filtran rayos de luz. La violencia está presente pero no romantizada sino como parte de lo cotidiano, como una función más de un sistema opresor que no siempre tiene explicación. Pero, como decía, hay algo luminoso en esa oscuridad: la ética elemental de sus personajes, su código de honor tácito, su resistencia callada. Y una religiosidad que se manifiesta a través del padre Tomás.


Edgar Wilson es el hilo conductor que une los libros, pero más que un personaje es un símbolo: un hombre que no tiene nada pero que conserva algo irrenunciable. La forma en que Maia entrelaza su presencia en diferentes espacios le da al conjunto de su obra una sensación de mundo cerrado, autónomo, donde se repiten los nombres, los trabajos y los gestos, como si todos vivieran en un mismo tiempo detenido. Pero los horrores que se suman, desde un extraño circo hasta una pandemia, le dan a cada una un interés particular y se pueden leer por separado.

Las obras de Ana Paula no son extensas pero sí muy potentes. Hay una intensidad física y existencial en la que no sobra nada. Su lenguaje es económico, despiadado por momentos pero poético porque puede rescatar lo bello en el barro con una mirada compasiva. En definitiva. Maia habla de la dignidad a través de la presencia constante de la muerte.




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