Esteban Cavanna
Biografía
Desde 1978
encontramos en Buenos Aires expresiones artísticas abocadas a demoler la breve
historia del rock local y comenzar de nuevo. El punto en común no tenía que ver
con un sonido en particular, sino con la determinación compartida de cortar
toda relación con el pasado.
Los Violadores
comenzaron su carrera como una lucha relacionada con la expresión, los
espacios, la bronca contenida y el aburrimiento. Se ganaron en un lugar en
donde no había nada y mucho menos espacio para ellos. Sabían que iban a tener
problemas con la censura, la policía, los lugares para tocar y más aún, para
grabar un disco. Estos contratiempos fueron los motivadores para seguir
adelante, y el resultado está a la vista en estas páginas. Compusieron y
arreglaron una pila de canciones geniales y pegadizas, algo que ninguna otra
banda del género logró igualar. A principios de 1980, Los Violadores se
refirieron con “fútbol, asado y vino” a una sociedad tradicionalmente básica,
en la que una Dictadura Militar había decretado que no
estaba permitido pensar de más, y mucho menos en inglés. En los 90´s, el punk rioplatense dejó de estar enfadado y empezó a divertirse; se volvió pasatista y malhablado, y cambió la militancia contracultural por la cerveza en una esquina de barrio: diferentes formas válidas del aguante. En la contratapa de Bajo otra bandera (Pilsen, 1993) podemos ver la ilustración de una chapita de cerveza; en la tapa podía leerse: Alto contenido punkhólico: paradógicamente, Pilsen abría el juego para una nueva generación de músicos punks que sólo pensaba en términos de fútbol, asado y vino. De ese arte llamado punk, en la actualidad, no queda casi nada. Se lo comieron parcialmente los medios y las disqueras, que convierten en moda todo lo que pueda resultarle peligroso al sistema. Y así, el carácter subversivo del punk fue mutando, aunque siempre conserva -como muy pocas corrientes musicales- un genuino aullido de resistencia.
estaba permitido pensar de más, y mucho menos en inglés. En los 90´s, el punk rioplatense dejó de estar enfadado y empezó a divertirse; se volvió pasatista y malhablado, y cambió la militancia contracultural por la cerveza en una esquina de barrio: diferentes formas válidas del aguante. En la contratapa de Bajo otra bandera (Pilsen, 1993) podemos ver la ilustración de una chapita de cerveza; en la tapa podía leerse: Alto contenido punkhólico: paradógicamente, Pilsen abría el juego para una nueva generación de músicos punks que sólo pensaba en términos de fútbol, asado y vino. De ese arte llamado punk, en la actualidad, no queda casi nada. Se lo comieron parcialmente los medios y las disqueras, que convierten en moda todo lo que pueda resultarle peligroso al sistema. Y así, el carácter subversivo del punk fue mutando, aunque siempre conserva -como muy pocas corrientes musicales- un genuino aullido de resistencia.
Sobre el autor:
Uruguay, México y EE.UU.
Fue Jefe de Prensa
de Los Fabulosos Cadillacs, Illya Kuryaki, Memphis la Blusera, Stuka&Pil,
Los Cafres, Riff y Skatalites, entre otros. En Epitaph Records trabajó en la
difusión de NOFX, The Offspring, Bad Religion, Pennywise, Rancid, Millencolin,
Descendents y Vodoo Glow Skulls.
Autor de El Nacimiento del Punk en la Argentina / La
historia de Los Violadores (Interpress, 2001); El León, biografía de Los Fabulosos Cadillacs (Editorial Loaded,
2008).
SOBRE EL REGRESO
UN TEMA
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