lunes, 10 de abril de 2017

RESEÑA NE: CÁSCARA DE NUEZ de Ian McEwan

CÁSCARA DE NUEZ
Ian McEwan
Anagrama
Reseña
Trudy y Claude son amantes y planean el asesinato de ­John, marido y hermano, respectivamente. Esto sería el inicio de un policial cualquiera si no fuera porque el narrador es el feto, hijo de Trudy y John, que está en el vientre materno.
Con reminiscencias shakesperianas, el pequeño se forma una ácida idea acerca del mundo a través de los podcasts que escucha su madre y asiste al plan desde un lugar de observador. Sus ideas y conjeturas son sencillamente geniales, sobre todo cuando su madre bebe de más y afecta su lucidez.
La novela navega entre el thriller y la comedia, y a pesar de lo entretenido que resulta escuchar al inquieto feto, que nos enamora con su particular modo de ver los hechos, sufrir los movimientos de su madre y soportar a su amante, el suspenso alrededor del proyecto criminal pasa a un primer plano. Resulta irónico que sea un ser por nacer quien relata la inmundicia en la que vive la pareja asesina y la bajeza de sus acciones y pensamientos en un mundo que no resulta muy prometedor a futuro para él.
“Pues aquí estoy, cabeza abajo en una mujer- Con los brazos cruzados pacientemente; esperando; esperando y preguntándome quién soy yo allí dentro, para qué estoy allí. Mis ojos se cierran con nostalgia cuando recuerdo cómo llegué al interior de mi translúcido saco amniótico, cómo floté entre sueños en la burbuja de mis pensamientos a través de mi océano privado, dando volteretas a cámara lenta. Creo que soy inocente, pero, al parecer, formo parte de un complot. Creo que el corazón de mi madre -bendita sea por siempre-, con su ruidoso chapoteo, está implicado en él”.
En resumen, un experimento literario brillantemente logrado, con un entrañable narrador de lujo que aún no nacido se las arregla para describir la vileza del mundo que lo espera.
Sinopsis
Trudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Éste, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy.
Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto –al que todavía no han puesto nombre porque no ha nacido– en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última.
Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas de vino –y alguna bebida de más graduación– que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él.
Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force sólo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.
Sobre el autor
Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) se licenció en literatura inglesa en la Universidad de Sussex y es uno de los miembros más destacados de su muy brillante generación. En Anagrama se han publicado sus dos libros de relatos, Primer amor, últimos ritos (Premio Somerset Maugham) y Entre las sábanas, así como las novelas El placer del viajero, Niños en el tiempo (Premio Whitbread y Premio Fémina), El inocente, Los perros negros, En las nubes, Amor perdu­rable, Amsterdam (Premio Booker), Expiación (que obtuvo, entre otros premios, el WH Smith Literary Award, el People’s Booker y el Commonwealth Eurasia), Sábado (Premio James Tait Black), Chesil Beach (National Book Award), Solar (Premio Wodehouse), Operación Dulce y La ley del menor. McEwan fue también galardonado con el Premio Shakespeare.



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